Comentario al texto: "Evaluación (estandarizada) Vergonzosa" de León Trahtemberg
Eddy Romero Meza
Las
evaluaciones estandarizadas tienden a ser facilistas y reduccionistas. Parten
del presupuesto de que todos los estudiantes deben ser iguales o uniformes en
sus resultados u objetivos. La escuela es una institución que tiende a
uniformizar (tal como lo hacen las instituciones armadas o hasta
eclesiásticas); los Estados-nación del siglo XIX que originan la escuela
moderna, requerían formar ciudadanos con valores, actitudes y hasta saberes
similares o iguales. La creación del uniforme escolar responde a esa lógica en
el aspecto formal externo.
La
comparación de capacidades entre los estudiantes es una observación natural en
la práctica pedagógica. Sin embargo, es poco frecuente la reflexión sobre las
capacidades diferenciadas y resultados individualizados. Sin duda los trabajos
sobre las inteligencias múltiples, han favorecido la compresión de este asunto,
pero no ha tenido un correlato mayor en las prácticas docentes.
La
diversidad de saberes, capacidades, experiencias y orígenes (étnicos,
religiosos, culturales, etc.) entre los estudiantes, es visto como dificultad
más que posibilidad. Estandarizar aprendizajes no está mal, al contrario es
necesario: saber leer y escribir con suficiencia, conocer nuestros derechos y
deberes ciudadanos, realizar operaciones matemáticas básicas, entre otros. Pero
el uniformizar las evaluaciones de todo el curriculum es un error.
Las
pruebas estandarizadas buscan ser objetivas (confiables, válidas), pero muchas
veces ante la diversidad de temáticas curriculares, tiende a privilegiar
ciertas áreas y relegar la evaluación de otras.
Como señala acertadamente León
Trahtemberg en su artículo, existe además
un sistema educativo que asocia el bajo desempeño con atributos negativos de la
persona (bruto, incompetente, o sea, fracasado) y el alto desempeño con
atributos positivos (inteligente, competente, o sea, triunfador). O sea en
las pruebas estandarizadas irremediablemente hay ganadores y perdedores. Los
que pueden aprobarlas y los que tienen diversas dificultades frente a ellas. Se
estigmatiza a aquellos que no están en condiciones de realizarlas y que
requieren pruebas diferenciadas, no por ser “incapaces”, sino por tener
habilidades distintas o procesos de aprendizajes no convencionales.
Trahtemberg nos plantea una
analogía interesante y dilucidadora al comparar a estudiantes diversos y sus
desempeños en atletismo. No podría ponerse como misma meta de salto,
distancias, resistencia o flexibilidad a estudiantes dotados naturalmente para
pruebas físicas, que aquellos caracterizados por ser bajitos, gorditos y
descoordinados. No sería justo para ninguno de los dos grupos. Los estudiantes
altos, fuertes o atléticos requerían una valla mayor en sus pruebas, para medir
sus progresos y esfuerzos, mientras los estudiantes de características no
atléticas requerirían vallas diferenciadas, para medir sus avances y logros.
La aplicación de pruebas
estandarizas puede ayudar a medir resultados generales entre los estudiantes,
siempre y cuando las cifras o puntajes se contextualicen o interpreten bajo
miradas menos prejuiciosas, y más analíticas. Las pruebas que evalúen en la diversidad
o individualidad son necesarias, pero sin duda más difíciles de lograr, en la
medida que exige atender el desarrollo personal de cada uno de los estudiantes,
algo que en la escuela siempre ha representado un discurso lamentablemente
vacío.
Leer el texto de León Trahtemberg en:
http://www.trahtemberg.com/articulos/2217-evaluacion-estandarizada-vergonzosa.html
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